CUENTO FINAL
Cuento de navidad al estilo Mariana Enríquez
Como todos los fines de semana, desde que tengo dos años de edad, con mi familia solíamos disfrutar de unos días maravillosos en un club muy grande por Olivos, frente a la quinta presidencial. Su nombre es el “Círculo Militar” y allí transcurrieron los mejores años de mi vida, en los cuales tuve la mejor infancia que pude tener. En él, aprendí a jugar al fútbol, hice la escuelita de tenis y desarrollé muchas habilidades las cuales estando en mi casa, no hubiera podido aprender.
También conocí una gran cantidad de amigos, con los cuales formamos un muy lindo grupo durante mucho tiempo. Con ellos nos la pasabamos todo el santo día corriendo de acá para allá, jugando con la pelota, jugando al fútbol-tenis, al paddle, al famoso “caño liga” y entre muchos otros, un juego que inventamos nosotros a raíz de una película que vimos, “El REC”.
Conocíamos cada extremidad de nuestro club, lo recorrimos de lado a lado. Desde el hotel hasta el río, que era el final del club. Su extenso espacio cortaba con una hermosa vista al Río de la Plata, que con los años se fue deteriorando. A pesar de tener una salida al río, es decir, que se podía colar cualquier persona, nunca pasó nada ni hubo ningún tipo de delincuencia en el club.
El club estaba muy bien cuidado, tenía guardias por la noche, que paseaban con su linterna gigante por todo el predio y durante el día siempre lo podías ver a Montenegro, revisando que todo esté en regla. Monte, así lo llamábamos, era un tipo muy sencillo y enfocado. Nunca interactuabas más de 2 minutos con él, te saludabas mutuamente y cada uno seguía con lo suyo.
Disfrutábamos cada fin de semana allí y en vacaciones, íbamos casi todos los días de la semana. Los padres de mis amigos del club, se conocían y se llevaban muy bien con mi familia y entre todos. Por lo tanto, un finde por medio, nos quedabamos en los quinchos del club a hacer un asado o pedir pizzas y empanadas. Para nosotros era lo mejor que nos podía pasar, teníamos el club prácticamente para nosotros y encima de noche, el cuál daba un poco de miedo.
Pasábamos hasta las navidades juntos. El día de nochebuena, con mi familia llegábamos temprano al club, alrededor de las 12 del mediodía. Y luego iban llegando los demás, todos llegaban en un horario diferente, pero nos reunimos para almorzar y pasar todo el día ahí. Nos quedabamos hasta que sea navidad y celebrabamos todos juntos, tirabamos fuegos artificiales, petardos y demás.
La navidad era un día muy especial para todos, lleno de paz y armonía. Ese día no peleabamos por nada, nos llevábamos todos más que bien y seguíamos siempre la misma rutina.
Con los chicos durante el día, primero almorzabamos unos sanguchitos o algo livianito para poder irnos a la pileta apenas terminabamos de comer. Luego íbamos a hacernos la revisación médica para poder entrar sin ningún problema. Pasábamos horas y horas tirándonos del trampolín, haciendo piruetas en el agua, tomando un poco de sol, jugando al marco polo, entre otros juegos. Cuando nos cansábamos de la pile, salíamos a merendar y a jugar a las cartas. El juego que más solíamos jugar, era el falso truco y no podía faltar que el perdedor cumpliera alguna prenda, era parte de nuestra tradición. Después no podía faltar el partidito de fútbol, convocabamos a todo el grupo y a los que no eran tan amigos del grupo, para llegar a diez personas y jugar lo que llamamos un fútbol 5. No solo jugábamos partidos, también era tradición jugar al “Out” o un “Veinticinco”.
Dos juegos que realmente marcaron nuestra infancia. El “Out” era un estilo de tanda de penales, pero participaban todos. Primero pateabas y luego atajabas, para poder pasar a la siguiente ronda, debías por lo menos, realizar con éxito una de las dos acciones (atajar o convertir el penal). Y el famoso y reconocido “Veinticinco”, el cual cada uno tenía un toque de la pelota y tenía que hacerle gol al arquero, el que la erraba iba al arco y el que quedaba de arquero cuando se llegue a 25 goles, era el perdedor. Obviamente, no podía faltar la prenda para el perdedor, el “Puente chino”. Nadie quería perder, porque era una tortura la derrota. Tenías que pasar gateando, por una especie de “puente” que formaban los participantes del juego y te golpeaban mientras pasabas.
De ahí, todos transpirados y acalorados, volvíamos nuevamente a refrescarnos a la preciada pileta. Era de las sensaciones más lindas que podías sentir.
Luego de unas cuantas horas más, cuando ya bajaba el sol y empezaba a refrescar, salíamos a jugar un rato al fútbol-tenis, en las canchas de paddle detrás del paredón de tenis. Cuando empezaba a oscurecer, no nos quedaba otra que cortar el partido e ir a pegarnos una ducha calentita en el vestuario detrás de la pileta grande. Éramos casi que obligados por nuestros padres para que vayamos a bañarnos antes de cenar. Porque claro, nosotros pensábamos: Para qué bañarnos, si ahora vamos a seguir corriendo y jugando. Pero bueno, no nos quedaba otra que acatar las órdenes de nuestros padres.
Una vez limpios y cambiados, tocaba ayudar a trasladar nuestras pertenencias, de la sombrilla hasta el quincho. La heladerita, nuestras mochilas y reposeras debían quedar en el quincho para quedar libres e irnos a jugar tranquilos.
Mientras Ricardo y Roque, los papás de unos amigos, preparaban la comida, nosotros salíamos corriendo para la parte de adelante en donde se encontraban “Los juegos”. Una zona repleta de atracciones, así como toboganes, pasamanos, hamacas, cosas para escalar y demás. Allí nos la pasabamos un buen rato, hasta que llegaba el mejor momento de la noche. El momento de “El REC”.
“El REC”, era una especie de escondidas en el cual, las contaba uno y los demás nos escondíamos por todo el club, con límite hasta las piletas, porque sino era imposible de encontrar. Pero estas escondidas no eran como las normales, estas eran como una especie de “sardina”, debías tocarlo y si lo alcanzabas a tocar, ahora debían encontrar a los otros juntos. Así, hasta encontrar al último jugador en pie. El juego siempre solía terminar cuando uno de los padres nos llamaba para comer. Y empezábamos a gritar todos juntos, “A comer”, e iban saliendo de a poco de distintos lugares.
Las navidades eran así, las pasábamos con nuestras familias y amigos en el club, disfrutando de las mismas actividades de siempre. Y cada vez nos reíamos más y más. Hasta que pasó lo impensado.
Luego del paso del tiempo, el país se empezó a poner más peligroso y no se vivía con la misma tranquilidad de antes.
Fue así como un 24 de diciembre del 2017, pasamos nuestra última navidad junto a nuestros amigos del club. Fue una navidad tétrica y para el olvido.
Aquel 24 de diciembre, fue muy diferente a todas las demás. Ya en el comienzo del día, recibimos la noticia de que Segundo, unos de nuestros amigos, no venía a pasar el día con nosotros, debido a un accidente automovilístico que habían tenido yendo al club.
Transitando el respectivo caminito para ir a la pileta, Dante siente un pinchazo en el pie. Levanta el pie y vemos que estaba completamente manchado de sangre. Se había clavado un pedazo de una lata de Coca-Cola y tuvo que ir disparado al hospital para hacerse ver.
Luego de ayudarlo y acompañarlo con sus padres, fuimos a la pileta y por suerte nadie salió herido, pero aún no comienza lo peor.
Pasamos unas horas en la pileta y salimos como siempre hacíamos a merendar y jugar a las cartas. Hasta ahí todo normal.
Fuimos a jugar al fútbol y detrás de las canchas de fútbol, estaba lo que nosotros llamamos “La villa”. “La villa” era una especie de rancho de recursos económicos, con casitas con techos de chapa, con un pequeño bosque antes del rancho y todo con redes para no poder pasar al club. Pero las redes estaban cada vez peor, llenas de agujeros y lugares por los cuales se podía pasar. Fue así como jugando un “Out”, como todas las navidades, Juani patea tan fuerte que tira la pelota a “La villa”. La pelota era de Felipe y era nueva, se la habían regalado para su cumpleaños. Le pide por favor a Juani que la vaya a buscar. Juani toma coraje, se mete por las redes y va a buscarla. Volvió corriendo rápidamente con la pelota en sus manos.
Seguimos jugando tranquilos y al rato Juani empieza a tocarse los bolsillos desesperadamente. Y nos dice:
-No lo encuentro. ¿Dónde está?
Le respondemos:
-¿Qué cosa Juani?
Repite asustado:
-No lo encuentro. ¡¿Dónde mierda está?!
Felipe le dice:
- Se te habrá caído en “La villa”. ¿Te acompaño a buscarlo?
Parecía que Felipe sabía de lo que Juani hablaba.
A lo que Juani responde:
- Sí por favor, vamos rápido y volvemos.
- Bueno dale, pero rápido eh. Contesta Felipe.
- Si, si. Vamos rápido. Remata Juani.
Nos quedamos perplejos. No teníamos ni idea de qué hablaban, pero a Juani se lo notaba muy preocupado. Parecía que era algo de importancia para él.
Pasada la media hora, ninguno de los dos aparecía. Nosotros asustados, nos colgamos de las redes y empezamos a gritar sus nombres, pero no obtuvimos respuesta. Al cabo de un rato, decidimos ir a avisarles a nuestros padres acerca de la desaparición de Felipe y Juani.
Le contamos lo que había pasado, en dónde se habían metido y uno de los padres dice:
- ¿Se metieron en el rancho de Belle?
A lo que nosotros respondimos:
- ¿Eh? ¿Quién es Belle?
Y nos respondió:
- Sí, Belle. Hay una leyenda urbana, la cuál dice que, ahí vive una señora que está loca, secuestra y tortura gente para apoderarse de los ahorros de las familias del secuestrado. Se dice que carga con más de cuarenta asesinatos.
- ¡¿Qué?! Respondimos atemorizados.
- ¿Osea que Felipe y Juani fueron asesinados por esa señora?
- Es muy probable responde Roque, padre de nuestro amigo Julián.
- Hay que notificarlo urgente con la policía. Grita asustada mi mamá.
Proceden a llamar rápidamente a la policía y explican la situación sucedida. Al cabo de unos minutos llegan dos autos de policía y una ambulancia. Los guíamos a las canchas de fútbol, para mostrarles el supuesto rancho de Belle. Nos comentaron que ya habían estado por acá, debido a la desaparición de tres niños. El policía le muestra el informe policial a Gustavo, el padre de Juani, para que lo lea. Aquí el informe:
Fecha del informe: 7 de julio de 2017
Hora: 23:00 hs
Lugar: El rancho de Belle, Olivos, Argentina
Oficial a cargo: Inspector Gutierrez
1. Introducción
Este informe detalla la investigación en curso sobre la desaparición de tres niños por la zona de Olivos. Los niños desaparecidos son Pilar Martínez (12 años), Pedro Valcarce (11 años) y Lucía Reynoso (12 años). La desaparición fue reportada el 7 de julio de 2017 a las 18:00 horas por los padres de Pilar Martínez.
2. Descripción del Incidente
El 7 de julio de 2017, a las 17:00 horas, los tres niños estaban jugando en la cancha de fútbol del club “Círculo Militar”, bajo la supervisión de varios adultos. Aproximadamente a las 17:30 horas, los adultos notaron que los niños ya no estaban en la cancha. Tras una búsqueda inicial en las inmediaciones, no se encontró rastro de ellos, lo que llevó a los padres de Pilar Martínez a contactar con la policía.
3. Acciones Iniciales
Respuesta Inmediata: Oficiales de la policía local llegaron al club a las 18:30 horas y comenzaron una búsqueda intensiva.
Búsqueda en la Zona: Se organizó un equipo de búsqueda compuesto por policías, voluntarios locales y un equipo de perros rastreadores.
Entrevistas: Se realizaron entrevistas con todos los presentes en el club durante el tiempo de la desaparición, incluidos los padres, otros niños y el personal del club.
4. Evidencias Recopiladas
Testimonios: Varios testigos informaron haber visto a los niños jugando juntos en la cancha antes de su desaparición.
Cámaras de Seguridad: Se están revisando las imágenes de las cámaras de seguridad del club y de los alrededores.
Objetos Personales: Se encontraron algunos juguetes y una chaqueta perteneciente a Pedro Valcarce cerca de un camino que conduce al bosque adyacente.
5. Hipótesis Iniciales
Perdidos en el Bosque: Es posible que los niños se hayan aventurado en el bosque cercano y se hayan perdido.
Secuestro: No se descarta la posibilidad de un secuestro, aunque no se ha encontrado evidencia concluyente que apoye esta teoría en este momento.
Accidente: Otra hipótesis es que los niños pudieron haber sufrido algún tipo de accidente.
6. Medidas en Curso
Búsqueda Extendida: La búsqueda se ha extendido al bosque circundante y a las áreas vecinas.
Colaboración: Se ha solicitado la colaboración de la Guardia Civil y de equipos de rescate especializados.
Alertas Públicas: Se han emitido alertas públicas y se ha pedido a la comunidad que informe cualquier información relevante.
7. Conclusión
La desaparición de los tres niños en el Rancho de Belle es un asunto de alta prioridad. Las autoridades están utilizando todos los recursos disponibles para localizar a los niños y garantizar su regreso seguro. Se solicita a la comunidad que permanezca alerta y coopere con las autoridades.
Inspector Gutierrez
Gustavo al leer el informe, se quiebra y entra en llanto. Lo mismo le pasó a Mariano, el papá de Felipe, y a los demás padres, que estaban desesperados por encontrar a Juani y Feli. Nosotros igual, estábamos muy asustados por lo que le podía llegar a pasar a nuestros amigos.
Luego de buscar durante tres horas y no encontrar nada en el “Rancho de Belle”, decidieron finalizar la búsqueda diaria y seguir el día siguiente. Esa noche nadie pudo dormir, todos quedamos atemorizados luego de leer aquel informe en el cuál, básicamente destinaba la muerte de dos de nuestros mejores amigos.
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